La lucha

Me gusta la gente activa. En todos los sentidos. Me gusta la gente con nervio, con sangre en las venas. La gente que no se queda quieta ante una injusticia, la que sea, pero que actúa. Me gusta la lucha, que no la guerra. Pero si me llevan a la guerra, la gano.

En los últimos tiempos estamos viviendo una lucha, que ojalá no se convierta en guerra, por situar a la mujer en el lugar que le corresponde en nuestra sociedad. Hay tantos métodos como personas. Tantos argumentos como voces que alzan la voz. Y me valen todos. Porque queramos o no, la lucha no tiene vuelta atrás, y si lo transforman en guerra, la ganaremos.

La ganaremos todos, hombres y mujeres, porque en esta lucha ambos tenemos mucho que ganar y perder.

Yo personalmente estoy a favor de una lucha activa por parte de hombres y mujeres. No me gusta ser obstinada, y pienso que toda ayuda es necesaria. Creo firmemente en el papel que el hombre ocupa en esta lucha, porque además el hombre se beneficiaría del hecho de que una mujer ocupe por fin el lugar que merece como ser humano. Y digo como ser humano porque yo no creo que una mujer merezca un trato especial por el hecho de ser mujer. Sabemos enfrentarnos solas. Podemos hacerlo. Pero yo prefiero hacerlo con vosotros a nuestro lado.

Últimamente he tenido mis propios debates internos a la hora de posicionarme en la lucha. Una posición muy activa me hará parecer una feminazi radical en contra de todo ser viviente con pene. Una posición muy neutral me hará parecer una pasota a la que le importa poco la lucha.

Mi posición es y será a favor de alzar la voz y que se me entienda, que se empatice conmigo y con  mi situación como mujer. Mi posición será la de explicar las veces que hagan falta tanto a hombres como a mujeres, que estamos aquí, que ocupamos el mismo espacio y que merecemos los mismos derechos. Y sí, a hombres y a mujeres, porque con tristeza digo que a menudo la propia mujer es la que da por hecho que nuestro papel es estar por debajo del hombre.

Entiendo perfectamente que una mujer decida quedarse en casa, dedicarse a tener hijos y a atender a su familia, misión tan importante y tan necesaria como la de salir cada día a buscar dinero con el que alimentar a la familia. Pero que se entienda también, que hoy día esa elección no lo es tanto, es más bien una imposición social que te obliga a atender a tu familia porque hacerlo y trabajar a la vez es algo totalmente incompatible.

La lucha es ahora más importante que nunca. Ahora, que cinco hijos de puta se creen con el derecho de violar y humillar a una chica y después jactarse de ello en un grupo de whatsapp; ahora que tantas mujeres están muriendo por violencia de género, DE GÉNERO, no olvidemos que son asesinadas porque sus parejas las creen de su propiedad sólo porque son mujeres; ahora, que cualquier movimiento a favor de la igualdad es considerado un acto nazi, de radicales locas del coño.

Yo soy partidaria de una lucha basada en la educación y la explicación, pero la que quiera luchar con otros métodos tendrá todo mi apoyo, porque esta lucha es necesaria, y porque no podemos desaprovechar la inercia y la dimensión que todo esto ha tomado.

La lucha, bajo mi punto de vista, también es obligación y responsabilidad de los hombres. Un hombre que no protesta ante la desigualdad ejercida contra la mujer es que no ha entendido nada. No vale más mi voz como mujer o la tuya como hombre, valen mucho más nuestras voces unidas como sociedad, una sociedad que dice basta de injusticias.

Y diréis, esta ha venido aquí hoy a escribir obviedades. Claro, ¿acaso no es una obviedad que las mujeres debemos tener los mismos derechos que los hombres? Pero es que en esas estamos, esa es la lucha.

Hombres y mujeres somos muy distintos, no queremos ser iguales, pero luchamos para lo mismo: IGUALDAD DE DERECHOS Y OPORTUNIDADES.

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